viernes, 13 de mayo de 2011

Dejar de ser “Idiotas”: el desafío de participar


Los jóvenes que nacieron entre mediados de los 70s y fines de los 80s en familias donde no se haya fomentado la participación en lo público sienten en su gran mayoría un rechazo y desinterés hacia la participación en política, instituciones sociales o en la esfera pública en general.

Los más grandes de estas camadas llegaron a la adolescencia con una democracia recuperada o que vieron recuperarse en pocos años, mientras que los más jóvenes vivieron su adolescencia en plena década de los 90´s donde se profundizó el individualismo y creció la apatía por participar en ámbitos relacionados al interés por el bienestar de la sociedad.

La tendencia que marcó a estas generaciones y que aún está vigente es la que tiene como principio que lo único que importa es el éxito personal, como si fuera posible poder tener éxito individual sin tener en cuenta lo colectivo. De este modo se afianzó la cultura del “no te metas”, la idea de que “si estudias y te capacitás, trabajá en lo privado y si no te queda otra en el estado”, transmitida de padres a hijos como nuevo concepto de vida donde en el fondo se juega al “sálvese quien pueda”. Así este concepto no se refiere sólo a la participación en política, sino que abarca todo el ámbito de lo público e implica que “no te metas en una ONG, en la dirección de un Club, en una asociación, etc” hasta llegar al punto de haber creído la ya famosa y célebre frase que resume esta forma de actuar: “yo pago mis impuestos y tengo derecho”, dejando en manos de otros para que lo solucionen todo.

De a poco muchos se fueron dando cuenta, otros aún no, de que el éxito económico individual no alcanza, porque cuando salimos de nuestras casas en los espacios públicos todos somos iguales. De modo que al transitar por una ciudad sucia, con las calles rotas, sufrir la inseguridad que ha crecido de la mano de la exclusión y la desigualdad, el deterioro de la educación, la falta de acceso a la salud, pagar cada vez un precio más alto por servicios públicos de baja calidad como el transporte público o la energía entre otros, nos afecta en mayor o menor medida a todos.

Es por todo esto y muchos otros motivos más que es el momento de dejar ser “Idiotas” en el estricto sentido que usaban los griegos del término “idiótes”: utilizado para referirse a quien no se metía en lo público, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás. Es momento de meterse y de participar desde el lugar que nos toca a cada uno para poder construir una realidad diferente y apostar activamente a hacerlo sin creer que depositando nuestro voto cada dos años, o “pagando los impuestos al día” nuestra responsabilidad como ciudadano está cumplida y las cosas se solucionarán por arte de magia. En definitiva hace falta compromiso porque sin el no habrá ciudadanos que participen y será como alguna vez dijera Gandhi “no podremos construir un mundo diferente con gente indiferente”.