martes, 17 de julio de 2012

Voluntarismo económico


En momentos en que la economía nacional ha entrado en una notoria desaceleración, que ni el  INDEC ha podido ocultar en su índices revelando una pérdida de 328 mil puestos de trabajo en los últimos 6  meses (volviendo a los niveles de empleo del 2010),  el lanzamiento de CFK de líneas de crédito flexibles a tasas de fomento parecería una noticia alentadora.

La nueva línea crediticia será instrumentada a través del BCRA, dado que en su nueva carta orgánica le otorga la potestad de “regular las tasas de interés y orientar el crédito”. De este modo el BCRA buscará reorientar el crédito, ordenando a los principales bancos privados y a los provinciales, a otorgar créditos por el 5% del total de sus depósitos (se calculan unos 15 mil millones de pesos), a una tasa de interés aproximada de 15% (tasa Badlar más 400pb), con un plazo mínimo de 3 años y con un cupo del 50% destinado a las PYMES.

La medida tomada por el gobierno nacional deber ser reconocida como positiva, sin embargo cuesta creer que CFK y sus funcionarios, se hayan dado cuenta después de casi 10 años de kirchnerismo en el poder, que las entidades financieras se dedicaban a otorgar mayoritariamente préstamos para el consumo. Cuesta creerlo, porque es evidente que gran parte de la alta rentabilidad de los bancos fue producto del modelo nacional, que estableció tasas para plazos fijos por debajo de la inflación permitiéndoles prestar esos fondos a tasas astronómicas para créditos al consumo.  Un proyecto que siempre se ocupó de calentar la demanda y nunca de aumentar la oferta, esta vez parece haber reparado en este aspecto.   

Por otra parte un dato no menor, es que el crédito estará orientado a la inversión productiva con el objetivo de que se invierta en adquisición de bienes de capital y construcción de instalaciones para la producción de bienes y servicios. Esto implica que aquellos que tomen los créditos no podrán hacer inversiones de tipo especulativo de corto plazo, sino que deberán hacer inversiones de mediano o largo plazo, sin embargo para ello es imprescindible contar con el siempre mencionado “clima de inversiones favorable”.

Es decir que para que inviertan tanto los grandes empresarios como los pequeños comerciantes tiene que haber confianza, perspectivas claras de futuro y certidumbre en las reglas de juego. Justamente de esto parece haberse olvidado el gobierno que en los últimos meses ha tomado medidas que van en contra de generar confianza y dar un horizonte a futuro que permita que la gente invierta pensando en largo plazo y no el mes a mes.  

Exigirles un esfuerzo a los bancos, quiénes han sido ampliamente favorecidos por este modelo, poniendo al Estado en un rol activo en el desarrollo nacional sin dudas es ir en el sentido correcto para mejorar la oferta de crédito, pero se debe tener en cuenta que si no hay condiciones favorables para la inversión no va a haber demanda de crédito. Es decir que regular las tasas y los plazos sin dar previsibilidad bajando la inflación, cerrando importaciones y trabando exportaciones en forma arbitraria y cambiando las reglas de juego de manera permanente sirve de muy poco. Que exista crédito barato no significa que la gente lo va a tomar y menos para inversiones que suponen prolongados tiempos de recupero si el futuro no es predecible.

En fin, a los bancos se les pude exigir en estas circunstancias a prestar parte de sus carteras para el fomento de la industria nacional, sin embargo el gobierno debe saber que no puede obligar a pequeños y grandes empresarios a tomar los créditos, sino que se los debe seducir ofreciendo un panorama de oportunidades y teniendo en cuenta a la economía en su conjunto. En la desconfianza generada en estos últimos meses pretender la reactivación del crecimiento con una sola medida, es como querer curar a un elefante con una aspirina.