martes, 2 de abril de 2013

Comparaciones odiosas


Hace ya más de dos años que venimos con esta historia inventada por CFK y replicada por los medios oficialistas de que “se nos cayó el mundo encima” producto de la crisis internacional. El gobierno nacional ha decidido recortar la realidad, de manera que el mundo primero fue la crisis española, después Grecia y ahora, aunque no lo pueda creer estamos hablando de la “crisis chipriota”, si el mundo ahora es la isla de Chipre!

Esta costumbre de compararse siempre con lo peor, la costumbre de buscar siempre quien esta peor o el peor momento del país para compararnos y decir que bien que estamos, fue siempre un rasgo de este modelo. Así aun estando en año 2013 seguimos escuchando las comparaciones del kirchnerismo con el año 2001 o con España en su peor momento,  ¿se imaginan a España comparándose con nosotros en el 2001? No pretendo tampoco que nos comparemos con Suiza o Alemania pero ¿si probamos con los de la región?  
Para comparar con la región el Kirchnerismo hace un uso extremo del “ingenio”. Entonces cuando hay un reclamo por seguridad nos dicen “somos más seguros que Colombia o Venezuela” y para hablar de pobreza o analfabetismo, retrucan “estamos mejor que Bolivia, Brasil, Ecuador…”, como si fueran logros. Siempre, históricamente estuvimos mejor que nuestros vecinos en estos aspectos, la cuestión es que cada vez estamos peor en términos comparativos con ellos.

Para hacer una comparación rápida me voy a basar en datos de la CEPAL, que a su vez se basan en los datos oficiales de los países. En el caso argentino en los números del INDEC, que ni Guillermo Moreno puede defender a esta altura. Así podemos ver que tomando el período desde 1998 al 2012 las reservas argentinas crecieron un 94% mientras que el promedio de América Latina es de 385%, el crecimiento en exportaciones de manufacturas en nuestro país es de 138% por debajo de Colombia 151%, Brasil 166%, Chile 180% o Perú 231%, la tasa de desempleo en 2012 fue de 7,6% por lo que fuimos el ante último país de la región superando solamente a Colombia con el 9,9%.

Así también si queremos medir la confianza externa en Argentina podemos ver dos variables.  Por un lado las inversiones directas externas donde, de los 120.000 millones de dólares que ingresaron en el 2011 a América del Sur, Argentina sólo logro captar 7.243. Por otra parte observar a que tasa se pueden endeudar estos países en el exterior. Entonces tenemos que Bolivia emitió su bono a 10 años pagando menos del 5%, Paraguay  pagó un 4,625%,  Perú, Brasil y Chile entre un 2,5% y un 3%, mientras que nosotros no podemos hacerlo a menos del 11% porque si no nadie nos compra nuestros títulos de deuda. ¿Que hicimos entonces? Se los hicimos comprar a la ANSES, o sea a los jubilados al 12% en pesos con una inflación del 25%, bingo!

En fin mientras que la mayoría de los países de la región centran sus discusiones sobre cual es la estrategia para desarrollarse y crecer, nosotros estamos en otra sintonía, inmersos en los temas del pasado que vuelven a ser presente: inflación, el dólar que se escapa, la competitividad que se sigue deteriorando, docentes de huelga, etc. Definitivamente estamos hablando un idioma que el resto de nuestros vecinos no entiende.  

Después de una década de crecimiento no encontramos el camino al desarrollo y en vez de resolver los problemas, el Gobierno Nacional busca justificarse con un mundo que no se nos cae encima, cuando lo que se les cae encima es una realidad que ya no pueden manejar.  

miércoles, 27 de febrero de 2013

La corrupción, el asesino invisible


El acto del viernes pasado para pedir justicia por las víctimas de la tragedia evitable de Once tuvo como principal consigna “la corrupción mata”. Es inevitable que cuando suceden masacres de tan tremenda magnitud se pongan de manifiesto los efectos directos de la corrupción.

En el caso de Once el gobierno intentó dar una explicación histórica del desmantelamiento de los trenes, que a esta altura parece ridícula después de que el Estado en la era kirchnerista haya “invertido” alrededor de 37 mil millones de pesos en subsidios para llenar los bolsillos de sindicalistas, empresarios y funcionarios, vaciando la vida de 51 personas.

En el caso de Once nuevamente trasciende las fronteras del dolor, donde un acto que debió haber sido para conmemorar a los que ya no están, se tuvo que convertir en un reclamo de lo mínimo que puede pedir una sociedad: justicia.

Sin justicia no vamos a poder avanzar, porque más allá de que la tragedia de Once (o la de Cromañón) conmueva a la sociedad y pongan a luz los efectos de la corrupción, nosotros como ciudadanos debemos entender la gravedad del caso y  que la corrupción mata todos los días de formas menos visibles. Mata, cuando por corrupción: faltan insumos y muere un ciudadano en la cama de un hospital, cuando un niño muere de hambre en algún barrio marginal, mueren de frió los que viven en la calle por no tener un lugar, mueren viajando en colectivos sin control o en una zona liberada por la fuerza policial. De modo que si partimos de la premisa que el Estado es quien debe garantizar un piso o punto de partida de igualdad entre los ciudadanos, cuando se le roba al Estado se le esta robando a quien más lo necesita, porque a diferencia de los sectores de mayores recursos, la única posibilidad de ellos es el amparo del Estado.  

La tragedia de Once debe ser un punto de inflexión para que se pueda creer en la Justicia en Argentina. Que los ciudadanos puedan ver de una vez por todas que “los que las hacen las pagan” sin importar, si el culpable es un poderoso empresario o un alto funcionario de gobierno.

El gobierno no puede mirar para otro lado porque es el principal responsable, debe hacerse cargo y realmente ponerse a disposición de la justicia. Si no vemos a los responsables tras las rejas, la corrupción seguirá matando en silencio todos los días de la mano de la impunidad, sólo hará ruido cuando estalle un tren o se incinere otro Cromañón.  

viernes, 22 de febrero de 2013

Un gran paso para despertar al carnaval


Sin dudas este año marcará un punto de inflexión para los carnavales correntinos que han dado un gran paso al contar con un espacio propio para la realización de la gran fiesta. La construcción del corsódromo por parte del gobierno provincial establece un punto de partida para repensar una política de desarrollo sustentable de nuestro carnaval y los desafíos futuros.  

Ahora parece no haber excusas para comenzar a transitar el camino para desarrollar el carnaval en todo su potencial, pero para ello necesitamos que los recursos que se obtienen en nuestra fiesta (aportes privados por publicidad y concesión, subsidios del gobierno, recaudación por entradas, etc.) sean direccionados de la mejor manera para hacer crecer los carnavales.  

Desde esta óptica debemos cuestionar en primer lugar si los carnavales deben estar “privatizados” como están ahora a cargo de la empresa Fénix o si deben ser administrados por el municipio. Como se están gestionando actualmente será difícil que crezcan nuestros carnavales, ya que el gasto y el esfuerzo para promocionar la fiesta a nivel nacional lo hace el Estado, mientras que la recaudación se la lleva el privado haciendo de esto una industria prácticamente extractiva.

La intervención de un privado en la organización de una fiesta que debiera ser popular no es algo negativo en si mismo, sino que depende de las condiciones que desde el municipio se le impongan a la empresa que organiza. En este sentido no se pude otorgar todo el “control” de los carnavales a un privado que, coherente con su  lógica, sólo tiene ánimo de lucro y no de desarrollo de una fiesta que realmente lo necesita. De este modo no se invierte en actividades que no traen un retorno rápido y así la Capital Nacional del Carnaval seguirá dormida.   

Con frecuencia escucho a decir que perdimos el tren del carnaval a manos de Gualeguaychú con el argumento: “porque ellos están más cerca de Buenos Aires”, sin embargo me pregunto si no nos damos cuenta que para Misiones, Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy, La Rioja y por qué no Paraguay nosotros somos el carnaval más cercano. Siendo esto así ¿por qué no se hace el esfuerzo de desarrollar nuestro destino en estos lugares? Sencillo, son inversiones de largo plazo que un privado no estaría dispuesto a hacer. Es más lo sucedido con la promoción llegó a tal punto, que en el comienzo de esta edición, varios medios locales reflejaron que la fiesta no se encontraba anunciada ni en el propio sito web de la empresa Fénix.

Otro tema fundamental es volver a que los carnavales sean provinciales y para ello es necesario que  puedan participar las comparsas del interior, que no son menos que las de capital y se merecen ser parte. Nuevamente para ello no hay que pensar tanto en la “rentabilidad”, porque seguro que en el corto plazo, correr con los costos de traer a las comparsas del interior no es “negocio”. Por lo tanto para pensar en el desarrollo de largo plazo se deben utilizar los recursos que genera el carnaval, no sólo como ganancia empresaria sino como reinversión para hacer crecer nuestra fiesta. En este sentido la idea de generar un alojamiento en el mismo predio del corsódromo para los comparseros del interior, que luego sirva para otros eventos que se desarrollan en la provincia, podría ser un primer paso hacia la vuelta de un carnaval realmente provincial.  

Volviendo a la comparación con Gualeguaychú debemos tener en cuenta además que aquel es sólo un destino de fin de semana que tiene prácticamente como única actividad el carnaval y un espacio de playas muy acotado. En cambio Corrientes es un destino definitivamente más completo, con mayor variedad de playas, amplia costanera,  opciones de pesca, una ciudad antigua con una arquitectura envidiable, turismo religioso, cuna del chamamé, entre otros, que no están siendo aprovechados en todo su potencial.  

Así también repensar los carnavales nos exige una visión integral, donde el gran éxito de los carnavales barriales también sea promocionado como parte de la fiesta y donde se puedan empezar a proyectar elementos que mantengan vivo el carnaval todo el año, a través de por ejemplo, un museo del carnaval para contener estos 50 años de historia. Seguramente no faltarán familias dispuestas a donar trajes y elementos para exhibir en el mismo y dejar plasmado el orgullo que sienten por esta fiesta.   

Tenemos el potencial en todo los sentidos, sobre todo en el humano, con los comparseros que sin otra compensación que el aplauso del público preparan sus trajes todo el año, pero no hay que dejarlos solos desfilando y seguir en la dirección que se ha empezado con la construcción de la casa propia, porque tenemos una joya en bruto que nos exige replantear como se la esta “explotando” hoy.





martes, 5 de febrero de 2013

Un país sin provincias


Con una visión sesgada y miope que sólo alcanza a avizorar las próximas elecciones, el Gobierno Nacional institucionalizó lo que venía haciendo de facto. A través de la resolución 13/2013 permitió que los intendentes soliciten recursos para obras directamente con Nación sin pasar por las instancias provinciales. Sin embargo la cuestión de fondo es si es esto sólo una cuestión de poder o tiene un impacto más profundo en nuestra sociedad.

Los argentinos pagamos con sangre en nuestra historia la posibilidad de tener un país federal, donde los pueblos de cada provincia puedan elegir a quienes creen que mejor los representan. Nuestra constitución no establece un sistema unitario como el caso chileno, donde el presidente es quien elige “delegados” para que administren las provincias, como parece querer el Kirchnerismo. Ahora si desean un modelo como este deberían empezar por reformar la constitución.  

El kirchnerismo “puso quinta”, no quiere que haya gobernadores si no son incondicionales y en el fondo tampoco quiere intendentes con autonomía, lo que buscan en definitiva es instalar a fuerza de la caja a gobernadores e intendentes como delegados de la presidente y no como representantes legítimos de sus pueblos.

De este modo es imposible pensar en una patria grande donde se puedan construir proyectos de provincia que se acoplen a un proyecto de país. No se podrá construir un proyecto de provincia donde las decisiones sobre obras y necesidades de cada municipio estén en armonía con el rumbo provincial, si el Gobierno Nacional irrumpe “bajando” recursos como se le da la gana, sin tener en cuenta que los ciudadanos ya han elegido un rumbo cuando votaron a su gobernador. Lo único que se logrará es acentuar las diferencias y la discriminación entre municipios, teniendo una provincia compuesta por un mosaico de intendencias fragmentadas que no se pueden incorporar a un rumbo provincial. Haciendo un paralelismo futbolero, ¿alguien se puede imaginar como jugaría un equipo donde la mitad de los jugadores hable la táctica con el director técnico y la otra con el presidente del club?, lo mismo sucede con las provincias cuando los municipios no están enmarcados en un proyecto de provincia.

El individualismo, la falta de solidaridad y sobre todo la falta de respeto a lo que han elegido los pueblos es lo que propone el kirchnerismo. Le importa muy poco la voluntad popular que no tenga que ver con el nivel nacional y de allí para abajo no pueden digerir que la gente no vota a sus dirigentes a nivel local, porque como pasa en varias provincias no queremos tener delegados obedientes de la Casa Rosada, sino representantes con voz propia para defender los intereses de nuestros compueblanos.