Sin dudas este año marcará un punto de inflexión para los
carnavales correntinos que han dado un gran paso al contar con un espacio
propio para la realización de la gran fiesta. La construcción del corsódromo por
parte del gobierno provincial establece un punto de partida para repensar una
política de desarrollo sustentable de nuestro carnaval y los desafíos futuros.
Ahora parece no haber excusas para comenzar a transitar el
camino para desarrollar el carnaval en todo su potencial, pero para ello
necesitamos que los recursos que se obtienen en nuestra fiesta (aportes
privados por publicidad y concesión, subsidios del gobierno, recaudación por
entradas, etc.) sean direccionados de la mejor manera para hacer crecer los
carnavales.
Desde esta óptica debemos cuestionar en primer lugar si los
carnavales deben estar “privatizados” como están ahora a cargo de la empresa Fénix
o si deben ser administrados por el municipio. Como se están gestionando actualmente
será difícil que crezcan nuestros carnavales, ya que el gasto y el esfuerzo
para promocionar la fiesta a nivel nacional lo hace el Estado, mientras que la
recaudación se la lleva el privado haciendo de esto una industria prácticamente
extractiva.
La intervención de un privado en la organización de una
fiesta que debiera ser popular no es algo negativo en si mismo, sino que
depende de las condiciones que desde el municipio se le impongan a la empresa que
organiza. En este sentido no se pude otorgar todo el “control” de los
carnavales a un privado que, coherente con su lógica, sólo tiene ánimo de lucro y no de
desarrollo de una fiesta que realmente lo necesita. De este modo no se invierte
en actividades que no traen un retorno rápido y así la Capital Nacional del
Carnaval seguirá dormida.
Con frecuencia escucho a decir que perdimos el tren del
carnaval a manos de Gualeguaychú con el argumento: “porque ellos están más cerca
de Buenos Aires”, sin embargo me pregunto si no nos damos cuenta que para Misiones,
Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca,
Salta, Jujuy, La Rioja y por qué no Paraguay nosotros somos el carnaval más cercano.
Siendo esto así ¿por qué no se hace el esfuerzo de desarrollar nuestro destino
en estos lugares? Sencillo, son inversiones de largo plazo que un privado no
estaría dispuesto a hacer. Es más lo sucedido con la promoción llegó a tal
punto, que en el comienzo de esta edición, varios medios locales reflejaron que
la fiesta no se encontraba anunciada ni en el propio sito web de la empresa Fénix.
Otro tema fundamental es volver a que los carnavales sean provinciales
y para ello es necesario que puedan
participar las comparsas del interior, que no son menos que las de capital y se
merecen ser parte. Nuevamente para ello no hay que pensar tanto en la “rentabilidad”,
porque seguro que en el corto plazo, correr con los costos de traer a las
comparsas del interior no es “negocio”. Por lo tanto para pensar en el desarrollo
de largo plazo se deben utilizar los recursos que genera el carnaval, no sólo
como ganancia empresaria sino como reinversión para hacer crecer nuestra
fiesta. En este sentido la idea de generar un alojamiento en el mismo predio
del corsódromo para los comparseros del interior, que luego sirva para otros
eventos que se desarrollan en la provincia, podría ser un primer paso hacia la
vuelta de un carnaval realmente provincial.
Volviendo a la comparación con Gualeguaychú debemos tener en
cuenta además que aquel es sólo un destino de fin de semana que tiene prácticamente
como única actividad el carnaval y un espacio de playas muy acotado. En cambio
Corrientes es un destino definitivamente más completo, con mayor variedad de
playas, amplia costanera, opciones de
pesca, una ciudad antigua con una arquitectura envidiable, turismo religioso,
cuna del chamamé, entre otros, que no están siendo aprovechados en todo su potencial.
Así también repensar los carnavales nos exige una visión
integral, donde el gran éxito de los carnavales barriales también sea
promocionado como parte de la fiesta y donde se puedan empezar a proyectar
elementos que mantengan vivo el carnaval todo el año, a través de por ejemplo,
un museo del carnaval para contener estos 50 años de historia. Seguramente no
faltarán familias dispuestas a donar trajes y elementos para exhibir en el
mismo y dejar plasmado el orgullo que sienten por esta fiesta.
Tenemos el potencial en todo los sentidos, sobre todo en el
humano, con los comparseros que sin otra compensación que el aplauso del público
preparan sus trajes todo el año, pero no hay que dejarlos solos desfilando y
seguir en la dirección que se ha empezado con la construcción de la casa
propia, porque tenemos una joya en bruto que nos exige replantear como se la
esta “explotando” hoy.
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