La historia de nuestra provincia con la educación y los gremios docentes no ha vivido los años más felices en las últimas décadas. Ahora nuevamente ante el inicio de clases después del receso invernal se planteó un paro docente convocado por SADOP, SUTECO, ACDP.
Los reclamos de estos tres gremios son múltiples, seguramente son válidos y justos, pero lo que queda poco claro desde el punto de vista del origen de los fondos es por qué reclaman a quien reclaman. Es sabido que después de la aprobación de la “Ley de Transferencia de Servicios Educativos (24.049)”, el estado nacional le transfiere casi la totalidad del costo de la educación a las provincias y a cambio promete el envío de los fondos para solventarlo vía coparticipación. Una vez planteado esto sabemos que la calidad y nivel del salario docente e inversión en educación depende directamente del dinero que ingresa por coparticipación.
Según un informe que ha publicado recientemente el prestigioso centro de estudios CIPPEC (www.cippec.org), Corrientes se encuentra entre las provincias que realizan mayor esfuerzo fiscal en educación llegando a invertir alrededor del 30% de su presupuesto en dicha materia. Sin embargo dado que el monto coparticipable que recibe la provincia es muy bajo acabamos entre las últimas cuatro provincias del país en inversión por alumno. Es decir que hay provincias, como La Rioja, que realizan un esfuerzo varias veces menor pero tienen una mayor inversión por alumno. Esto sucede simplemente por la inequidad con que se reparten los recursos en el país.
Si la desigual distribución de la coparticipación es entonces la principal causa de desigualdad educativa, ¿no deberían los gremios docentes tener una voz unísona de reclamo hacia la nación y no sólo buscar tensar la cuerda para repartir los insuficientes recursos que llegan a la provincia? En vez de sólo ir a acordar salarios en las Paritarias Educativas Nacionales, ¿no deberían buscar garantías y luchar por una mayor transferencia de fondos nacionales para presupuesto educativo?
Siendo más ambicioso aún, se podría llegar a un “Pacto por la Educación” donde más allá de las diferencias, dejando de lado las cuestiones locales, los gremios y el gobierno encuentren una agenda en común con planteos claros hacia la nación para poder mejorar nuestra educación con un horizonte a mediano o largo plazo.
Si encontramos el camino, quizás no tengamos tantos conflictos docentes o no tantos donde la medida será el paro de actividad y los perjudicados son los alumnos que no recuperarán los días de clases perdidos. Quizá así también dejemos de caer en los indicadores de calidad educativa y pongamos la educación en primer lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario