La Cámpora no es un movimiento homogéneo donde sólo
habitan personajes como Mariano Recalde, Andrés “Cuervo” Larroque o Axel
Kicillof, entre otros que se pasean en autos importados, con relojes de lujo y
vicios más propios de la burguesía que de revolucionarios del siglo XXI. La
Cámpora es esto, pero es también una construcción de un relato que busca
falsamente instalar un momento épico del gobierno como gran transformador
social, donde el kirchnerismo logró aprovecharse de las ganas legítimas de
muchos jóvenes de ayudar a llevar a adelante un cambio en el país, para el
crear una estructura propia de poder.
El cristinismo hizo un uso hábil de las voluntades
genuinas de los jóvenes de participar en política luego de la despolitización
vivida en los 90´s, dando extraordinarios recursos vía contratos, cargos en
diversos lugares del aparato estatal y una gran exposición de sus figuras
dentro de la gestión. Logró transmitirles la idea de que ellos son la
renovación de la política, aunque la forma de operar en gran parte de la
organización (no en toda) sigue siendo la de la militancia rentada.
Una estrofa clave para comprender la lógica de poder
del movimiento, que devela a su vez dos aspectos relevantes sobre el
significado de esta agrupación, es su ya reconocido cántico “Cristina,
Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación”.
Por un lado los militantes de La Cámpora creen ser
ellos quienes deben “liberar” a la presidenta de las grandes corporaciones, el
neoliberalismo y vaya a saber uno que más. Mientras sabemos que cada día la
economía está más concentrada, extranjerizada y donde su ahora principal
enemigo (Clarín) fue su principal aliado hasta el 2008 y a quién el gobierno le
dió la fusión que aumentó aún más el poder de “el grupo” con cablevisión-multicanal.
Por otra parte devela la estrategia del gobierno
encarnado en el personalismo del cristinismo, que sin lugar a dudas busca un
poder sin concesiones, sin negociaciones con ningún actor social o político
como ocurre naturalmente en los sistemas democráticos. Es aquí donde reside la
utilidad de La Cámpora para el gobierno y es por ello que cada vez ocupan más
lugares en las listas y la gestión del Estado.
Para el cristinismo La Cámpora es la herramienta para la liberación, pero no
para una liberación a favor de la patria, sino para liberarse del debate con
aquellos que piensan diferente aún dentro de su propio espacio, para reemplazar
al PJ, para tener una fuerza propia incondicional al calor de los recursos del
Estado y tapar con entusiasmo el autoritarismo.
No se puede juzgar a aquellos que militan con la
convicción de estar generando un cambio en la sociedad, sino a aquellos que
desde arriba manipulan voluntades e ilusiones para mantener una estructura al
servicio de unos pocos, donde el desencanto aparecerá cuando termine la actual
gestión de gobierno.
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