martes, 19 de junio de 2012

YPF: los parientes ricos y los pobres


Entre hoy y el jueves se definirá en la Cámara de Diputados de la Nación además de la expropiación del 51% de las acciones de YPF quienes serán los argentinos afortunados de ser dueños y aquellos que, como se dice popularmente “se quedarán mirando la fiambrera”.


De acuerdo al proyecto de ley enviado por CFK, del 51% del total de las acciones de la empresa expropiada, el 51% (26.03% del total) quedará en manos del Estado Nacional mientras que el 49% (24.97% del total) restante en manos de las provincias petroleras que se encuentran dentro de la OPEPHI (Organización Federal de los Estados Productores de Hidrocarburos). Es decir que sólo 10 de las 24 provincias que conforman el país tendrán derecho a tener acciones de la “nueva” YPF. De este modo, de las provincias que conforman nuestra región, sólo la “Dubai” del NEA (Formosa) podrá acceder a acciones de YPF, mientras que Corrientes, Chaco y Misiones se unirán a las otras 11 provincias que quedan afuera.

¿Por qué deben existir provincias privilegiadas por sobre otras? ¿No somos todos argentinos?. Acaso no es suficiente que las provincias petroleras cobren regalías sobre la producción de petróleo, como les fue otorgado mediante la Ley 26.197 promulgada en el 2006, generando mayores desigualdades entre las provincias que poseen aquellos recursos y las que no. Alguien podría imaginarse qué sucedería si las retenciones a la soja (que vendrían a ser como las regalías petroleras de las provincias que la producen) las cobraran las mismas provincias productoras, en vez del Estado Nacional. Sin dudas que si fuera así las diferencias serían aún mayores que las actuales.

Por otra parte si comparamos con los casos de las represas de Salto Grande y Yacyretá, al ser estos entes binacionales (no son las provincias, sino como corresponde las naciones las dueñas), las provincias que deberían percibir regalías (Corrientes no las percibe, dado que nación no le envía los fondos) no tienen la potestad plena sobre los recursos y dependen del ejecutivo nacional para el giro de los fondos. Es decir que, para poner un paralelismo, no pude quitar concesiones de forma directa, como si lo hicieron las provincias petroleras con YPF con tanta facilidad.   


En un país que se dice federal, el Estado Nacional debe buscar el crecimiento del conjunto de las provincias que componen su territorio. Siguiendo esta lógica, aquellos recursos que no se distribuyen de manera uniforme en el territorio (como pueden ser el petróleo o la minería) deberían quedar en manos del Estado Nacional para poder ser distribuidos en pos del desarrollo nacional. Si esto no ocurre de este modo, habrá provincias bendecidas por la naturaleza y otras con “mala suerte”, es decir que habrá ciudadanos que no por su capacidad, sino por el azar serán ricos, mientras que otros pobres, sólo por obra de la naturaleza.

El hecho de que YPF sea de todos, además de ser justo podría ser un camino para comenzar a torcer estas diferencias y fortalecer los lazos solidarios interprovinciales. Sin embargo del modo que está planteado el proyecto las provincias de la OPEPHI, además de tener la bendición de tener petróleo y gas, de tener por ley el privilegio de poder cobrar regalías y decidir sobre todo lo referido a su producción de petróleo, tendrán el injustificable privilegio de ser “más” dueñas de YPF que el resto de las provincias. Tendrán más derechos unas provincias que otras sobre una empresa que es de todos los argentinos.

Si los diputados nacionales no logran cambiar el proyecto enviado, en esta nueva historia de YPF hacia el futuro estarán los parientes ricos y los parientes pobres de los hidrocarburos nacionales, donde los primeros tendrán voz y voto, mientras que para los segundos quedará el injusto silencio. 

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